lunes, 5 de abril de 2010

¡4000 fotocopias a 10 pesos!


No sé si se deba a que lo que estudio maneja matemáticas o si sólo es por llevar la contraria a la mayoría pero siempre me ha disgustado mucho el prejuicio que se tiene en contra de las matemáticas. Es simplemente injusto. Creo que es una cuestión que se trasmite de generación en generación. He tratado de esclarecer las razones por las cuales la mayoría de las personas aborrece esta ciencia pura y fácilmente he encontrado que la respuesta más común es "porque no les entiendo". Incluso he escuchado en repetidas ocasiones el "porque odiaba a mi profesor de matemáticas" pero lo que me hace hervir la sangre es el escuchar "porque no sirven para nada". Escuchar eso es para mí como una patada en los aguacates. ¿Cuántas veces en la clase de matemáticas se oye la típica pregunta para el maestro "¿y eso para qué sirve?"? No tengo nada en contra de esta clásica pregunta, de hecho, a menudo soy yo el que la hace mas no con mentalidad mediocre, tengo que excusarme, sino con una actitud más práctica. Sumado a esto, la respuesta muchas veces resulta aún más deprimente cuando escuchamos al profesor decir "para pasar el curso".

El malestar por las matemáticas es casi una epidemia, una fobia. Es un trauma que comienza en la infancia con las famosísimas fracciones o quebrados. Aquél que no entendió la lección de las fracciones puede considerarse condenado a odiarlas el resto de su vida. Creo que un claro ejemplo es la señora que escuché hace ya tiempo en el mercado. Yo estaba por ahí parado muy cerca de la cremería cuando una señora pidió "un cuarto de medio", es decir, un cuarto de un medio de kilogramo, a lo que yo dije en voz alta con un tono burlón lo suficientemente disimulado como para que nadie se percatara "o mejor medio cuarto". La señora gentilmente respondió que un cuarto de medio estaba bien. No me siento orgulloso por haberme burlado (aunque ella no se diera cuenta) pero me quedé pensando en la cantidad de personas que podrían pedir un octavo de queso, dos dieciseisavos u ocho sesenta y cuatroavos sabiendo que son equivalentes. Sí, ya sé, ya empecé a mamertear pero no era mi intención.

Para quien no lo sepa, Querétaro no es una de las ciudades más baratas en México pero hace unas semanas fue muy divertida mi sorpresa al encontrarme con un negocio de fotocopiado que se encuentra saliendo de la universidad autónoma del estado, el cual tenía anunciado "Copias a 0.25 ç" -no es error, decía ç en lugar de ¢- dejando a un lado la cedilla, fue muy tentador preguntarle al encargado del negocio si me podía sacar cuatro copias por un centavo o cuatrocientas por un peso pero no lo hice. El señor era demasiado amable como para jugar con su mente, vil y ruinmente. Este hombre lo desconoce pero debería estar agradecido por vivir en México ya que de vivir en Estados Unidos los clientes exigirían que se hiciera efectivo el anuncio de su local pidiendo aproximadamente 5000 copias por tan sólo un dólar. Y todo esto por culpa de las fracciones que tanto sufrimiento le han causado a la humanidad, siendo intimidantes y complicadas por naturaleza... ¿o será que tan sólo son el chivo expiatorio de nuestra estupidez?



3 comentarios:

  1. Muy buen post. Realmente me gustó mucho, muy bien pensado y escrito.

    También muy divertido, y ciertamente, reflexivo.

    Espero que sigas escribiendo, no por que seas mi amigo, si no porque está chido lo que escribes, me volveré recurrente por aquí.

    saludos!

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  2. Jaja... Yeah!! ¡Poder 111! con eso del cuarto de medio!! jaja
    Ya en serio, de verdad que me identifico con lo que dices. No sé tampoco si se deba a que estudio una carrera llena hasta los más oscuros rincones (:P) de literatura, pero a mi también me parece muy injusto que se tengan los mismos prejuicios con los libros.
    La otra vez, mi peluquera (que por cierto, no sabe lo que estudio) me estaba contando que los libros eran como terapia para ella, yo estaba sorprendida (perdón si soy pedante, pero no es muy común oir que a alguien le gusten los libros)... pero, lo que dijo después, me trajo a la realidad a la mala, de jalón.
    - Terapía, pero para dormir... a penas leo tantito y me da un sueño pero bueno -me dijo.
    Jajaja... ya sabía yo, era muy bueno para ser cierto. XD
    En fin, me he atrevido a comparar eso del odio (porque hasta ese grado llega) a las matemáticas y a la literatura. Y deben tener mucho que ver, porque curiosamente, la mayoría de las personas que conozco que aman las mates, son más o menos buenos lectores; y la mayoría de los que aman la literatura, no son tan malos con mate.
    ¿Será? Ahora ya no me parece tan grande la separación entre esos dos gigantes de la educación (me refiero a matemáticas y español). Digo, supongo que nunca hubo tal separación.
    Muy buena entrada, gracias por compartir.

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  3. mmm creo que sé de qué señor hablas... frente a mi facultad. :P
    Para ser franca, las matemáticas no se me dan muy bien...

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