jueves, 13 de mayo de 2010

Sentimiento Amélie.

Siempre me ha parecido que el español es uno de los idiomas más completos que existen, proporcionando una gran cantidad de sinónimos y antónimos que permiten dar diferentes connotaciones y una extensa variedad de ideas. Usualmente, a diferencia de las lenguas de origen sajón, el español no emplea palabras compuestas, es decir que, solemos emplear muy pocas palabras derivadas de la fusión de dos o tres diferentes. Esto permite un basto vocabulario para expresarnos, la mayoría de las veces, sin problema alguno. El inconveniente surge cuando no se ajusta ninguna de las palabras que conocemos, ya sea por carencia de vocabulario o por no haber realmente una palabra que englobe todo lo que se desea comunicar. ¿Y todo esto a qué viene? Lo que acontece es que suelo padecer de un sentimiento que realmente no se puede definir como felicidad, tristeza, nostalgia, melancolía, ansiedad o algo similar.

Hoy en particular es una fecha muy significativa para mí. Llámenme raro pero para mí el número trece es de buena yuyu. He tenido experiencias espectaculares los días trece. Y fue un día como hoy hace dos pares de años cuando comenzó un ciclo maravilloso en mi vida. Cambió mi forma de pensar, de querer y de vivir. El recordar tantas anécdotas y mágicos momentos me hace sentir nostálgico, me hace sentir un poco triste pero a la vez me alegra y me dan ganas de sonreír. Y sinceramente no lo veo como una sucesión de diferentes sentimientos que surgen uno tras otro sino que se mezclan y combinan en uno sólo que, como por efecto de sinergia, inventan una emoción muy profunda e indescriptible que te hace reflexionar y te deja, en palabras más informales, "moviéndote el tapete".

No siempre llego a sentir esta peculiar emoción sin embargo, la mayoría de las veces consigo detectarla y diferenciarla de la simple nostalgia. Platicando algunos amigos, coincidimos que esta sensación de felicidad envuelta en una ligera tristeza y a veces tristeza cargada con felicidad es propia de la película de "El fabuloso destino de Amélie Poulain". Cada vez que veo este increíble peliculón me siento taaaan extraño. Es como si estuviera en un limbo entre la felicidad y la tristeza. No es para nada un comportamiento bipolar sino que algunas veces se producen en mí unas ganas de reír incontrolables pero como si hubiera un fondo en mi mente que me dejara algo reflexivo, pensativo e incluso triste; algunas otras veces percibo unas lágrimas (que logro contener) pretendiendo escapar de mis ojos al mismo tiempo que me encuentro sonriendo, en un estado conmovido, de tranquilidad y alegría.

Deberíamos entonces, llegar a un acuerdo con los poseedores de los derechos de autor de esa película para poder explotar el nombre de Amélie refiriéndonos a la raíz de ese sentimiento tan conmovedor y auténtico. ¿Qué tal algo así como decir "hoy me siento amelioso" o "amelino" o "ameliante"?

Haz un esfuerzo y trata de recordar si alguna vez has llegado a saborear esta sensación de la felicidad-tristeza-nostalgia-extrañeza-melancolía porque es única y vale la pena sentirla alguna vez.

domingo, 9 de mayo de 2010

Urango: La solución para el odio a los domingos.

¡Diablos!, ¡Changos! ¡Maldición! De nuevo son las 10:00 pm del domingo y te das cuenta de que no aprovechaste el fin de semana como te lo habías propuesto...otra vez. No te pusiste al corriente en todos los pendientes de la semana que pasó ni adelantaste los de la próxima semana...otra vez. Siempre es lo mismo. Cada inicio de semana piensas en todo lo que te falta por terminar, o en el peor de los casos, por comenzar, y te propones firmemente que ese fin de semana compensarás todo lo dejado a medias. El lunes es el día que más te pesa por la nostalgia que se siente por el fin de semana que llegó a su fin; el martes tienes buena actitud habiéndote resignado a una nueva semana; lo positivo del miércoles es que ya estás a dos días del viernes; el jueves ya saboreas el viernes; el viernes aún tienes que ir a la escuela pero ya nada importa, pues es viernes.

día favorito es el sábado ya que no tienes las mismas actividades de la semana. Puedes perder el tiempo a voluntad, despertarte y acostarte tarde sin remordimientos, echar la hueva, ir a una fiesta, o simplemente nada. Es un día para ti y para relajarte pues todo el estrés que evades se acumula para el domingo. ¡Maldito domingo!

Aún recuerdo los regaños de mis padres en la primaria por decir el domingo a las 10:00 pm "Necesito llevar una cartulina, un mapa de América, una monografía (y mil cosas más) para mañana...". Es horrible dejar las cosas para el final. He intentado corregir eso pero no es tan fácil y apuesto que todos lo sabemos. Por todo esto he pensado en una iniciativa para agregar un día a la semana. "Urango, el octavo día de la semana". ¿Qué les parece? Urango sería el chivo expiatorio y permitiría gozar el domingo, que en realidad debería ser el día más lindo de la semana para estar con la familia, los amigos y tener el placer de los detalles que no disfrutamos comúnmente en la semana. Urango sería el almacén de pendientes y sería el predecesor al lunes, odiarías los urangos a las 10:00 pm y te daría coraje no poder ver las películas que pasarían ese día a las 11:00pm porque al otro día tendrías que levantarte temprano; no abrirían los bares o discotecas los urangos y para los niños...las papelerías estarían abiertas los domingos mas no los urangos.

¿Por qué el nombre? En realidad fue totalmente azaroso pero podríamos relacionarlo con algún astro, si están la Luna, Marte, Mercurio, Júpiter, Venus, Saturno y el Sol, (respectivamente a los días de la semana comenzando por el lunes) entonces que Urango sea para Urano.

Creo que son inútiles los detalles y en realidad el problema de raíz es la pésima costumbre que tenemos para aplazar las tareas pero ¿qué le vamos a hacer?, por eso no hay que quejarnos más del domingo sino comenzar a quejarnos del urango. ¡Maldito urango!